Holbox en familia y por tu cuenta

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Última parada del viaje  -Cancún solo era un noche previa al vuelo de vuelta-: Isla de Holbox. Expectativas moderadas, pues habíamos leído muchas cosas buenas pero también demasiadas malas sobre la masificación, la sobreexplotación turística y los precios. Y comprobamos que ambas impresiones son ciertas, pero que a día de hoy, la desproporción es enorme: Holbox es un paraíso. Amenazado, pero un paraíso.

El alojamiento es clave para cerrar el círculo de cualquier estancia. En  Holbox el cierre fue perfecto al alojarnos en Casa Cereza, una amplia cabaña en la que ocupamos la primera planta, con dos habitaciones, cocina equipada y terraza con hamacas. Distancia de la playa: cincuenta metros. Y qué playa… Un manto infinito con todos los pantone del verde turquesa…y algunos más.
 

 

Casa Cereza se ubica un poco alejada del centro de Holbox -a quince minutos caminando por la orilla-, con lo cual su tramo de playa es más tranquila y no está tomada ni por hamacas ni por restaurantes o bares que casi engullen el tramo de arena -ahí está la amenaza, que vimos muy expansiva y en plena efervescencia constructora.  Es cierto que delante de Casa Cereza hay un restaurante a pie de playa, el Café del Mar, de los mismos dueños que la casa, pero que se integra de forma mucho más armónica con su entorno.
 

 
El primer día llegamos y se había ido la luz, algo frecuente en la isla. Y duró hasta el día siguiente, lo que fue una suerte maravillosa. Por la noche, tras cenar en La Cabane -excelentes pizzas a cinco minutos a pie de Casa Cereza-, volvimos caminando por la playa. Ninguna casa, ningún hotel…nada de luz. Noche cerrada y los móviles como linternas. Mi hijo mayor prefirió caminar por el agua y…bioluminiscencia, para servirles. Fue realmente mágico. Los cuatro solos, móviles ya apagados. Y el agua desprendiendo polvos verdes iluminados ante cualquier movimiento, como si con cada gesto provocásemos un hechizo de hada. Silencio y risas. Momento muy especial, que ya en ese momento sabes eterno, que se va contigo.
 

 


 

También en el cuarto de los viajes de nuestra memoria encontraremos Punta Mosquito, una de las dos excursiones recomendadas, junto la de Punta Cocos -también fantástica y a 20 minutos a pie, por la orilla de Casa Cereza. Punta Mosquito es un banco interminable de arena blanca que se cubre parcialmente con un fino manto de agua y que ofrece un espectáculo visual único. Cielo y mar tocándose en una panorámica infinita: azul el cielo, verde el mar, blanca la arena. Martillazo de endorfinas.
 

 


 

 
Del pueblo de Holbox, poco que decir: calles de arena, encharcadas con socavones importantes durante nuestra estancia. Poco apetecible para el paseo. En nuestro caso, tanto el día que visitamos Punta Mosquito como Punta Cocos, nuestro paso por allí fue en dirección al que fue uno de los mejores restaurantes en nuestro viaje a México: Viva Zapata. Acogedor y con un servicio muy agradable, disfrutamos muy y mucho con sus platos de pescado fresco, sobre todo con los camarones al ajillo…una delicia!

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