Campeche en familia y por tu cuenta

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Campeche era una parada de descanso que nos iba a evitar una maratón de autobús desde Palenque hasta Mérida. Y resultó una de las sorpresas del viaje -aunque ya habíamos leído que era una ciudad que te atrapa.
 

 


 

El hotel que elegimos, Hotel Castelmar,  ayudó y mucho a ese encaje natural que te aportan algunas ciudades. Estilo colonial, habitación amplia, buen desayuno…y ¡PISCINAAAA! (así lo gritaron mis hijos al descubrirla).

Dormimos dos noches pero tuvimos, a la práctica, un solo día para Campeche. Suficiente para disfrutar de esa magnífica calle 59, arteria peatonal, comercial y multicolor de la ciudad. A diferencia de la calle Real de Guadalupe, en San Cristóbal de las Casas, aquí el ritmo nos pareció más espontáneo, menos de ‘empresa turística’. Y por la noche, con las luces y las terrazas…una delicia.
 

 


 


 
También es recomendable el paseo por parte de su malecón -se extiende más de 6 kilómetros. En nuestro caso, al escenario se le añadió otro plus: estaban grabando un concierto para la serie ‘Padres forzosos’, de Disney. Fuimos a preguntar qué hacían y uno de los encargados nos invitó a participar como extras. Imaginaos a los niños… ¡Ni siquiera se quejaron cuando nos hicieron una prueba PCR!
 

 


 
En Campeche también comimos muy bien. Su frente marítimo ya invitaba a pensar en pescados. Y disfrutamos de ceviches y tacos de camarones con diferentes presentaciones. En la misma calle 59, al principio -cara sur- disfrutamos especialmente en la terraza del restaurante -el nombre ya anticipa- Santo Taquito y Otros Milagritos. Subtítulo, también de aplauso: Restaquería Gourmet.

 

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